Monday, January 12, 2015

¿Yo soy Charlie Hebdo?

A veces la hipocresía moral es tan grande como la idea que algunos tienen de libertad de expresión. Por hipocresía moral no me refiero a la atmósfera cartesiana y existencialista que ha vuelto a irradiarse desde suelo francés hasta manifestarse en el ciberspacio en forma del hashtag #jesuischarlie.

Aunque como es obvio nadie puede fingir ser quien no es y ni tú ni yo somos ninguno de los doce periodistas y trabajadores asesinados.

Por hipocresía moral me refiero a defender la libertad de expresión en abstracto y no tolerar cuando alguien utiliza un discurso que te ofende (pincha aquí para ver de que hablo).

Por libertad de expresión tampoco entiendo un humor gráfico de brocha gorda y de poco tacto y es aquí, en esta concepción tan grande de libertad de expresión, donde empiezan los problemas.

El ataque terrorista del pasado miércoles contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo ha vuelto a centrar nuestra atención y el discurso público en principios y valores que desde una tradición política y filosófica compartida en Europa consideramos básicos.

El de la libertad de expresión es uno de ellos. La libertad de expresión es un principio o valor curioso porque el abuso en su ejercicio puede dar como resultado fácilmente un anti-valor. Libertad de expresión ≠ libertad para odiar.

¿Dónde están los límites de lo que se debe considerar una libertad de expresión aceptable y tolerable?


El padre de la sátira moderna, el philosophe ilustrado François-Marie Arouet mejor conocido por todos como Voltaire, ya decía que cuando el humor y la risa están de tu parte llevas razón porque el humor denota que estas en lo cierto.


El que ríe el último ríe mejor.


El humor nos distancia de nosotros mismos y nos hace más atentos y críticos hacia nuestras debilidades. El humor, en ocasiones, nos hace conscientes de lo ridículo de nuestra existencia. Sólo un fundamentalista, que se toma las cosas literalmente, no tiene sentido del humor.


El humor es el último recurso que tienen los oprimidos para contestar al poder. La sátira usada contra el poderoso libera. Lo que se le olvidó mencionar a Voltaire es que cuando el recurso de la sátira se utiliza contra las minorías está llena de prejuicios.  

Los periodistas  de Charlie Hebdo nunca hicieron uso de la sátira con viñetas que se pudieran confundir por racistas o incluso anti-semitas. Cuando tu formas parte de la mayoría es muy fácil usar el humor contra la minoría. El problema, como decía, es que este tipo de sátira dirigida contra la minoría se convierte fácilmente en burla ofensiva que deja de tener gracia.

Tenemos que tener claros los límites de la libertad de expresión. 

Dicho esto de forma tajante y sin matices condeno el ataque terrorista contra el semanario Charlie Hebdo que causó la muerte a doce personas. 

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